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lunes, 19 de diciembre de 2016

MALTRATO DE HIJOS A PADRES O MALTRATO ASCENDENTE

La violencia de los hijos hacia los padres  es una conducta de maltrato que persigue la humillación, acoso y desafío a la autoridad con la intención evidente de dominar y herir. (Cotrell, 2001)


Las agresiones son reiteradas y no están causadas por enfermedades, psicopatologías, consumo de drogas , etc. La edad de inicio está entre 12-14 años alcanzando el pico entre los 15-17 años.





La violencia puede ser psicológica, física, emocional y financiera. Normalmente se va desarrollando a lo largo de la primera infancia y es  a partir de la  adolescencia cuando se manifiesta con mayor intensidad causando desconcierto, vergüenza y  alarma en los padres que no ven la forma  de atajarla.


No hay diferencia de género en cuanto a los agresores, sin embargo la victima predominante es la madre.


Son niños irritables, con baja capacidad para ponerse en el lugar del otro (empatía), caprichosos, quieren algo y lo quieren ya, egoístas e impulsivos que se enfadan muy a menudo y explotan atacando a los padres por exigirles algo tan simple como recoger la ropa, quitar la mesa, pedirle que estudie y ya no digamos  cuando se les niega algo que piden. Suele haber un historia de violencia, bien entre ambos padres o de estos al hijo, o por el contrario un modelo educativo de “dejar hacer” con pocas normas que regulen la conducta y escasez de límites.

Estos niños pueden verse implicados en conductas delictivas (consumo de drogas, maltrato, hurtos), fracaso escolar  y buscan la compañía de otros muchachos con actitudes parecidas
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QUÉ PUEDEN HACER LOS PADRES PARA CONTROLAR LA VIOLENCIA

Como comentaba al principio los padres, por vergüenza o sentimientos de fracaso, suelen ocultar  las agresiones de sus hijos y no solicitan la ayuda psicológica hasta que la situación les desborda.

La prevención  a través de la educación

Según las estadísticas la violencia se dirige a la madre en mayor proporción que al padre, por lo tanto   educar en igualdad de género puede evitar esos comportamientos machistas
Los modelos educativos basados en la resolución de conflictos y la negociación, siempre que sea posible, enseñan empatía: ponerse en el lugar del otro, respetar  y comprender sus puntos de vista aunque no los comparta. Padres agresivos y dominantes  enseñan a sus hijos que  la agresión es la mejor forma de resolver las diferencias.

Es conveniente  inculcar a los hijos desde la infancia normas y límites claros  adecuados a su edad;  formarles   en los valores   que guiaran su comportamiento de forma adaptada. Padres muy permisivos, que no educan, si no que  “todo vale”, forman  niños, futuros adultos, que se frustrarán rápidamente  cuando las condiciones no les son satisfactorias, reaccionando de forma poco adaptada, con ira, ansiedad, agresividad…etc.

Es importante crear un ambiente de confianza con los hijos para conocer cómo son sus amigos, que tal les va en el colegio con profesores y compañeros, qué ocurre de interés cada día en la clase, los contenidos y las personas con las que interactúan en las redes sociales etc...

Qué hacer en situación de crisis violenta.

Primero  averiguar por qué y para qué se comporta así.

En la situación de crisis, cuando aparecen conductas violentas del hijo,  lo más importante  es que los padres no pierdan la calma. Es difícil controlarse en esas circunstancias, pero han de mostrarle que no son vulnerables ante esos comportamientos. El hijo pretende alterarlos para que entren en la discusión que él está provocando, irritarlos y desestabilizarlos emocionalmente; si lo consigue se sentirá poderoso  y lo repetirá. Es importante ignorarlo y aparentar que no  afectan sus malos modos, para que aprenda  que esa violencia no le es útil.

Si  están a punto de perder el control lo mejor es retirarse, irse  a otro sitio,  ponerse lo cascos para escuchar música…cualquier opción que ayude a evitar el descontrol, la ira y el enfrentamiento.

Una vez su hijo  se haya tranquilizado  se darán las condiciones para mantener una conversación con él, intentando que utilice la lógica para que, razonando, se pueda alcanzar un entendimiento. Esta es una estrategia que ha de aprender porque    empieza  a querer controlar él también su entorno familiar imponiendo sus deseos.

Esas conductas merecen ser castigadas. Es aconsejable que el castigo se imponga una vez calmados porque en el ardor del momento se puede imponer  castigos de difícil cumplimiento.

Los castigos no son una venganza, tienen el cometido de erradicar la violencia, por lo tanto ha de ser realistas (que se puedan cumplir), eficaces ( que cumpla su finalidad) y proporcionados a la conducta que los ha provocado. Se le explicará que no se va a tolerar esa conducta violenta porque hay otras alternativas más racionales para abordar los conflictos, pero que de repetirse se enfrentara a las consecuencias.

Ejemplo de castigos: reducir tiempo dedicado a ver TV, videojuegos o  uso del móvil. Ejemplos de castigos difíciles de realizar: ¡ya no coges más el móvil!; se te acabó internet; a mí no me vuelvas a hablar; te voy a cerrar en tu cuarto y solo saldrás para ir a clase.

Tratamiento psicológico aplicado en nuestro gabinete por el equipo de psicología y pedagogía de niños y adolescentes.


Protocolo de actuación:

·         Evaluación de padres e hijos mediante entrevistas semiestructuradas y aplicación de cuestionarios.

·         Tratamiento estándar. El tratamiento con los adolescentes ira encaminado a dotarle de una serie de estrategias para que responda a las situaciones cotidianas de forma mas adaptada.

·         Tratamiento específico de situaciones propias de cada caso.


Estamos esperando tus comentarios... y si te ha gustado este artículo no dudes en compartirlo en tus redes sociales. Cualquier duda te puedes poner en contacto con la psicóloga Josefina Rodríguez Merino


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