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viernes, 16 de octubre de 2015

La ansiedad en la infancia

¿Qué es la ansiedad infantil?

La ansiedad se define como el temor o preocupación excesiva tanto por cosas reales como imaginarias que atormentan a los niños. Esta preocupación les puede generar una gran inquietud o malestar que termina interfiriendo en sus actividades diarias.

Todos, en algún momento de nuestra vida, hemos vivenciado episodios de mayor estrés, por lo que es normal que los niños también lo experimenten. Esto incluso es positivo para ellos ya que les ayudara a encontrar técnicas y recursos por ellos mismos para solventarlo. Sin embargo, cuando estos niveles son demasiado altos, interfiriendo negativamente en las actividades diarias de los niños, deberemos tomar medidas.

Episodios de ansiedad más propensos en el desarrollo de los niños

En edades entre los tres y los seis años, esta ansiedad suele manifestarse ante lo desconocido o lo inesperado. Además, suelen aparecer miedos como es a la oscuridad, algunos animales, a separarse de sus padres…

A partir de los siete años, sus miedos se centran en el rendimiento escolar, deportivo, temores de tipo existencial y miedo a la muerte que suelen ir desapareciendo con la edad. Si estos no desaparecen podríamos encontrarnos frente a un Trastorno de Ansiedad.

En la pre-adolescencia y la adolescencia, sus temores se enfocan más a situaciones imaginadas con anticipación como pueden ser las notas, aceptación de sus iguales o las reacciones de los padres ante determinadas circunstancias. Los síntomas comunes de ansiedad en la adolescencia pueden ser desde una preocupación excesiva por las cosas, pensamientos negativos de uno mismo, comer, beber o fumar en exceso, una elevada inseguridad hasta incluso presentar malestar físico mediante taquicardia, sequedad de boca o dolores continuos de cabeza.

En ocasiones, estos síntomas se prolongan en el tiempo, pudiendo llegar a padecer lo que llamamos un Trastorno de Ansiedad.


¿Cuáles son los trastornos de ansiedad más comunes en niños y adolescentes?

  • Trastorno de pánico: Los niños sufren ataques de pánico a través del sentimiento imprevisto de terror que les llega de repente y sin previo aviso. Los síntomas físicos son: palpitaciones, sensación de quedarse sin aire, dolor en el pecho, mareos, dolor de estómago y angustia de enfrentar la muerte.
  • Fobias simples. Los niños y adolescentes pueden presentar fobias a la oscuridad, las tormentas, el ascensor, a quedarse solos, a la sangre u otras situaciones. La posibilidad de entrar en contacto con el estímulo fóbico genera en él una intensa angustia, evitando incluso la posibilidad de enfrentarse al estímulo fóbico.
  • Fobia escolar: Incapacidad de asistir a la escuela como consecuencia de un miedo irracional de algún aspecto de la situación escolar. Esta se puede dar a cualquier edad.
  • Ansiedad generalizada: En un principio, los miedos y temores suelen centrarse en un aspecto determinado, como puede ser el miedo a los perros o a la oscuridad y van adquiriendo un carácter más general con la edad. El/la chico/a muestra una actitud excesivamente cautelosa y temerosa ante la vida, preocupándose demasiado por casi todos los aspectos de su vida y en ocasiones, esta ansiedad puede terminar siendo somatizada en dolores de cabeza, problemas de estómago, náuseas y trastornos del sueño.
  • Trastorno obsesivo-compulsivo: Este trastorno se caracteriza por la repetición de pensamientos no deseados (obsesiones), y/o realizar algún tipo de acciones que parecen imposible de controlar (compulsiones). Los comportamientos compulsivos más frecuentes suelen ser el contar, lavarse las manos en exceso, abrir y cerrar las puertas un número determinado de veces antes de entrar…

¿Qué podemos hacer para ayudarles a enfrentar estos síntomas de ansiedad?

  1. Habla con tu hijo sobre lo que le preocupa y cómo se siente al respecto. Esto no significa que le forcemos a ello, sino que sepan que estaremos ahí para cuando lo necesite.
  2. Entender la importancia que para él tiene. No hay que restar importancia a sus miedos ni “ridiculizarlos” ya que para ellos sí la tiene y necesitan tu comprensión.
  3. Actuar como modelos para ellos. En la mayoría de las ocasiones, los niños actúan imitando a sus padres, por lo que debemos ser un buen modelo a seguir de cómo afrontar las adversidades y resolver los problemas.
  4. Interesarnos por la evolución de ese problema así como animar sus avances.
  5. No ser excesivamente sobreprotector. Hay que dejar que sea el niño quien afronte sus problemas y que aprenda estrategias para solucionarlos. Los padres no estarán siempre ahí para solucionarles todas las dificultades que se les presenten.
  6. Cuida su autoestima y apórtale seguridad. Además, podemos enseñarles técnicas y estrategias para afrontar estas situaciones estresantes para ellos y que salgan airosas de ellas.

Estamos esperando tus comentarios... y si te ha gustado este artículo no dudes en compartirlo en tus redes sociales. Cualquier duda te puedes poner en contacto con el Gabinete de Psicología Infantil de Josefina Rodríguez Merino y su departamento de Psicología Infantil


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