lunes, 21 de julio de 2014

LA ADICCION A LA COCAINA Y SU DERRROTA

PARA TRATAR UNA ADICCIÓN DEBEMOS EMPEZAR POR CONOCER CÓMO SE HA ORIGINADO Y POR QUÉ SE MANTIENE



El primer paso para superar la adicción a la cocaína –aunque podría servir para casi cualquier adicción - es saber que no solo es un  problema  físico (síndrome de abstinencia), sino además psicológico.  ¿Qué queremos decir con esto? que el terapeuta debe  centrarse más en  lo que ha originado esta adicción y en por qué se  mantiene.  Se hace  necesario  analizar individualmente cada caso, siendo el modelo de análisis y tratamiento más adecuado, para esta problemática, el denominado Modelo Bioconductual.

El Modelo Bioconductual  parte de la base que una persona puede ser vulnerable genéticamente, esto es, puede tener una  predisposición genética a la búsqueda inmediata de gratificaciones (ya sea  búsqueda de placer o  huida del dolor). Pero no sólo influye la genética, también los aprendizajes que haya hecho desde la infancia de sus modelos educativos. Cómo ha sido el entorno que lo ha criado,  qué hacían cuando tenían dificultades o problemas, cómo eran sus ratos de ocio o bienestar: recurrían al alcohol u otras drogas.

Otras circunstancias que influirán en una conducta adictiva serán los avatares que surjan a lo largo de su vida: dificultades de aprendizaje en el colegio, acoso escolar, problemas familiares, de salud, laborales. Los círculos de amistades, las actividades de ocio, etc.

Pueden verse esquematizados estos factores de manera más formal en la siguiente figura (las líneas continuas indican relaciones muy cerradas y críticas, mientras que las discontinuas indican que existe cierta influencia).



Dicho esto, los tratamientos irán enfocados no sólo a evitar el consumo de cocaína, sino -y principalmente- a aquellas otras conductas y contextos que lo desencadenan. 


Los tratamientos con  fármacos, puede ser útiles como medida de apoyo a la psicoterapia, para determinados pacientes, pero  difícilmente  podrán arreglar por sí solos un problema que, como ya hemos mencionado, no se circunscribe exclusivamente a lo físico.

En este sentido, y retomando el tema concreto que nos concierne, los tratamientos psicosociales que se han demostrado más eficaces hasta la fecha para combatir la adicción a la cocaína suelen ser programas de reforzamiento comunitario con incentivos –cambios de estilo de vida en varias áreas básicas (relaciones sociales, hábitos de ocio, sueño, vocacional, etc.) acompañados de incentivos según la persona vaya cumpliendo los objetivos de abstinencia propuestos y a lo largo de un calendario estructurado por sesiones semanales.

 En cada una de estas sesiones se trabaja algún aspecto concreto de las áreas que hemos mencionado (por ejemplo, la primera semana se fijan unos objetivos, en la segunda se analiza y se asesora acerca de las relaciones sociales de la persona adicta, en la tercera lo mismo pero con el área vocacional, etc.) y así hasta 24 semanas.

Los incentivos suelen ser puntos o vales  canjeables que se obtienen y acumulan si, por ejemplo, la persona adicta da negativo en sucesivos análisis de orina o si asiste a las diferentes sesiones clínicas. Es decir, no sólo se premia (con bienes y servicios) la abstinencia, sino que la persona se debe implicar en otras tareas y ocupaciones que “compitan” con el uso de la droga.

La prevención de recaídas es otra cuestión fundamental. Para ello, suele entrenarse al cliente/paciente (digamos que la denominación de “paciente” en psicología resulta discutible en tanto sugiere un sujeto “pasivo “que nada debe hacer y sólo recibir “pacientemente” la “extirpación” de su problema como si de un riñón se tratase), en habilidades de afrontamiento mediante terapia cognitivo-conductual en áreas tales como el reconocimiento del “mono” (craving modernamente), los procesos de pensamiento relacionados con el consumo, identificación  y evitación de situaciones de riesgo, etc. Por ejemplo, un bar de copas determinado a una hora determinada que le hacen sentir ganas de usar cocaína, de manera que aprenda a evitarlas y cuente con recursos alternativos.

En definitiva, la cocaína tiene solución y muchos frentes. Lo primero es el reconocimiento del problema pero, fundamentalmente, la ayuda, la paciencia, la educación y la colaboración del entorno más cercano es esencial e indispensable. 



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