Desde la psicología del desarrollo, se ha denominado la vejez como la última etapa del ser humano: infancia, adolescencia, adultez y vejez.
Está claro que la infancia comienza cuando nacemos, la adolescencia cuando empieza la pubertad, la adultez con la independencia, pero:¿Cuándo empieza la vejez?
Algunos autores piensan que la
vejez no está asociada a ninguna edad, sino que son una serie de factores (funcionamiento biológico, psicológico,
social…) que cuando aparecen, marcan el inicio de esta etapa. Sin embargo,
otros, sí que marcan una edad cronológica como la frontera para discriminar si
se es “viejo”, que suele coincidir con el retiro de las funciones laborales,
con la jubilación. No obstante, la respuesta sigue sin estar clara, ya que no
existe un elemento clave que nos haga indicar que ya estamos entrando en la
vejez.
Lo que sí tenemos claro, es que
la vejez no aparece en un determinado
momento, sino que es un proceso que comienza cuando empieza la vida.
Vivir conlleva envejecimiento y tenemos una gran responsabilidad en hacer, que el envejecimiento sea satisfactorio.
Existen prejuicios y estereotipos
sobre la vejez, todos ellos relacionados con la imagen que tenemos de que ésta
lleva consigo, exclusivamente, declives en el funcionamiento intelectual o
cognitivo. En los últimos años,
distintos autores han investigado sobre esta idea (Baltes y Graf, 1996): parece
que en aquellos aspectos del funcionamiento psicológico que tiene una base
biológica (por ejemplo, velocidad de procesamiento) se produce un declive desde
la edad de los 30 años.; sin embargo, otras funciones intelectuales no declinan
incluso mejoran, al menos, hasta los 70 años, (por ejemplo la inteligencia
ligada a la transmisión cultural).
A continuación, se van a analizar
las principales capacidades cognitivas y su funcionamiento en la vejez:
-
Aprendizaje:
Las personas mayores pueden adquirir nuevas habilidades y nuevos conocimientos.
La diferencia con las personas jóvenes radica en el tiempo que requieren para
asimilar la nueva información. No obstante, existen estrategias para mejorar
este aspecto , que se pueden entrenar desde la disciplina de la neuropsicologia
-
Memoria:
Con la edad parece existir diferencias en la memoria de trabajo, entendida como
un tipo de memoria que se utiliza para retener datos, manipularlos mentalmente
y reorganizarlos, y también, en la memoria para hechos recientes. No obstante,
se mantiene la memoria implícita, que es aquella en la que la información se
adquiere de manera inconsciente.
Aunque vemos que en
diferentes tipos de memoria hay un declive con la edad, no significa que este
sea irreversible. El déficit de memoria que ocurre en la vejez, ya tenga base
biológica o no, puede ser rehabilitado con estrategias neuropsicológiCas.
Además, los problemas de memoria, en numerosas ocasiones, pueden deberse a
otros factores como: déficit motivacionales, problemas afectivos, problemas
perceptivos… Por lo que es especialmente importante, realizar una valoración
neuropsicológica detallada en la que se pongan de manifiesto las funciones que
se encuentran mermadas, para así establecer un programa de entrenamiento
adaptado a cada persona.
-
Inteligencia:
Aquellas funciones que están fuertemente influidas por el funcionamiento de
nuestro cerebro y que tienen que ver con la velocidad de procesamiento,
declinan relativamente pronto, mientras que otras que están influidas por las
condiciones culturales lo hacen a edades muy avanzadas, o no declinan nunca. No
obstante, existen determinadas factores que influyen en este declive. Por
ejemplo: la salud, la educación, la posición social, etc. Comparando las
generaciones pasadas y las actuales, se observa un notable progreso en el
funcionamiento intelectual, debido, a
entre otros factores, a una mejora en la calidad de vida.
Cuidar la propia salud es una
forma de actuar sobre el declive en la vejez. Las personas interesadas en
seguir aprendiendo, en mantenerse activo, en seguir ampliando su círculo de
amistades, suelen conservar, con mayor probabilidad, sus capacidades
intelectuales. Sin embargo, aquellas que piensan: “Yo ya no puedo…”, “A mi edad
ya…” suelen ver, tanto ellas como sus familiares, un declive progresivo en sus
habilidades.
Por otro lado, tenemos la
ventaja de que nuestro cerebro no es estático, sino plástico. Esto significa
que a pesar de la muerte neuronal, existen otras muchas neuronas que permanecen
inactivas durante la vida, asumiendo el papel de las primeras para conservar
ciertas funciones, que de otra manera, se perderían. De ahí la importancia de
la estimulación cognitiva, que permite trabajar nuestro cerebro para mantener
nuestras capacidades, trabajando en aquellas áreas que se encuentran más
deterioradas o simplemente, para prevenir o retrasar enfermedades
neurodegenerativas asociadas a la edad.
Concluyendo, podemos señalar,
que si bien es cierto que con la edad se produce cierto declive en determinadas
funciones, existen muchas otras que permanecen estables e incluso mejoran con
la edad (control emocional, sabiduría…).
Llevar una vida activa, de continuo aprendizaje, con actividades de ocio
estimulantes, participando en la sociedad y llevando a cabo un estilo de vida
saludable, son factores imprescindibles para envejecer de manera satisfactoria,
que nos permita llevar una vida autónoma e independiente y por ende, una mejor
calidad de vida.
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