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jueves, 16 de octubre de 2014

¿QUÉ ES LA PARANOIA?

¿SABEMOS QUÉ ES LA PARANOIA?

Paranoia “callejera” y paranoia clínica


Algunos términos  que utilizamos los especialistas en salud mental han pasado al lenguaje popular, aunque no siempre con el mismo significado, este es el caso de la palabra PARANOIA

Cuando hablamos con amigos o personas cercanas, a nivel coloquial, es frecuente  escuchar “vaya paranoia le entró” o “estaba emparanoiado”, expresiones que aluden a una preocupación excesiva sobre un asunto concreto al que se le da excesiva importancia y que  se reconoce su falta de base o coherencia.

¿Qué se entiende  por “paranoia” en psicología?


Un término equivalente al de paranoia es “delirio”, es decir, mantener una idea o creencia extraña o bastante improbable sobre alguna persona, cosa o suceso.

Existen muchos tipos de delirios y de distinta gravedad o “extrañeza”. Así, uno puede pensar que es famoso o que la vecina lo vigila constantemente – Podría ser verdad aunque no  pueda demostrarlo – o puede pensar que le leen y roban el pensamiento o podría resucitar a los muertos -en contraste con el delirio anterior, éste es inverosímil totalmente-.

Los delirios más frecuentes  son los celotípicos (cualquier señal es interpretada como signo de  infidelidad de la pareja), “erotomaníacos” (creer que una persona importante o famosa está enamorada de él o ella), negativos: creencia de ruina amenazante o de consecuencias desproporcionadas por hechos ya pasados;  persecutorios, de grandeza,etc. Se dice que estas personas padecen un trastorno delirante.

Están profundamente convencidas de que sus creencias son ciertas; no admiten que se les cuestionen sus ideas, convirtiéndose éstas en el foco central de su atención y obrando en consecuencia. Ejercen un fuerte control sobre sus vidas, comportándose, en ocasiones, de manera anormal a ojos de todo el mundo. 

He aquí un extracto ilustrativo de la película “Él” (1952) de Luis Buñuel que retrata el discurso de un celoso patológico, y que, si ven la película completa, podrán entender bastante bien el perfil de un paranoico con celotipia.


Los delirios son en general un conjunto de síntomas llamados “psicóticos” (ruptura con lo real) que pueden formar parte de otros trastornos más graves y complejos como la esquizofrenia o demencias seniles.

Este somero resumen pretende dar a conocer lo que se entiende científicamente por “paranoia” para diferenciarlo del lenguaje de la calle, además de sus variantes y formas en que puede manifestarse.

Si desea consultar  sobre este tema, se puede poner en contacto con nosotros 


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lunes, 10 de marzo de 2014

Compartimos un video sobre de qué sirve ir al psicólogo...

Os compartirmos un video del Psicólogo Álvaro Saval que nos parece que define de una manera rápida y sencilla una cuestión de comúnmente nos planeamos..... ¿De qué sirve ir al Psicólogo?... Lo que te puede aportar un profesional de la psicología. Es cortito y muy directo. Espero que os guste.



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miércoles, 15 de enero de 2014

Os dejamos una breve reseña sobre el libro La Inutilidad del Sufrimiento

Las Claves para aprender a vivir de manera positiva

Mª Jesús Álava Reyes | Biblioteca Mª Jesús Álava Reyes

Os dejamos una breve reseña de este libro, que aunque lleva publicado más de 10 años, os puede servir de ayuda. Nos presenta una nueva forma de afrontar la vida, dejando el sufrimiento y aprendiendo a vivir de manera positiva.

¿Alguna vez ha pensado cuántas ilusiones y esperanzas se pierden cuando sufrimos, cuánta energía desperdiciamos? ¿Cree que se justifica tanto dolor y ese frecuente sentimiento de malestar? ¿Es acaso la felicidad tan imposible?

A pesar de que muchas personas se sienten prisioneras de su forma de ser o de actuar, de sus nervios o de los errores que quieren evitar y con los que tropiezan una y otra vez, no hay nada que justifique ese encadenamiento, ese sufrimiento tan inútil como prolongado. Aprender a vivir de manera positiva es encaminarnos hacia la ilusión.

Mª Jesús Álava Reyes, con más de treinta años de experiencia en el ámbito de la psicología, reúne en este libro -del que se han vendido más de 200.000 ejemplares- sugerentes reflexiones, pautas de comportamiento, ejercicios de autocontrol y numerosos testimonios que nos explican cuáles son las claves para no entender la vida como una tragedia, sino como un presente, lleno de oportunidades, que hay que aprovechar día a día.

Por cortesía de 'La Esfera de los libros' les ofrecemos la introducción de 'La inutilidad del sufrimiento' 

¡Nos pasamos la vida sufriendo! 

¿Alguna vez nos hemos puesto a pensar con qué facilidad sufrimos? o, para decirlo de otra forma, ¿cuánta vida se nos escapa sufriendo?, ¿cuánta energía desperdiciamos?, ¿cuántas ilusiones y esperanzas tiramos?, ¿cuántas ocasiones perdemos?, ¿cuántas alegrías ahogamos?...
Realmente, ¿hay justificación a tanto sufrimiento?, ¿la vida es tan difícil y la felicidad tan imposible?, ¿de verdad nos creemos que nuestro destino es sufrir?, ¿que estamos «aquí» para pasarlo mal?... Casi nadie, al menos en nuestra sociedad occidental, contestaría de forma afirmativa a estas preguntas, pero lo cierto es que parecen actuar como si creyeran en un destino fatalista de la vida. 
Personalmente, desearía que a estas alturas de la historia, en pleno siglo xxi, la mayoría de las personas no se sintieran «atrapadas» por «algo» de lo que no pudieran escapar. No obstante, la verdad es que mucha gente sufre de forma inútil y, además, sufre prolongadamente. 
La psicología, y sobre todo los 25 años de experiencia profesional, me han enseñado muchas cosas, pero quizá lo que más valore es ¡cómo se ha desarrollado mi capacidad de observación! ¡Qué fácil te resulta «mirar y ver» cuando has aprendido a hacerlo!; pero ¡qué difícil! les resulta la vida a las personas que se sienten atrapadas por su trabajo, por sus estudios, por sus padres, por sus parejas, por sus hijos, por su edad…; en definitiva, atrapadas por sus circunstancias y sin aparente posibilidad de «ver» la salida o la solución final. 
La verdad es que sin darnos cuenta repetimos conductas, rutinas, costumbres, hábitos..., formas de actuar que, inexorablemente, nos hacen sentirnos mal, pero que se nos antojan imposibles de evitar. Ante lo que consideramos una mala noticia nos preocupamos, en lugar de prepararnos para superarla en las mejores condiciones; los contratiempos nos alteran y con facilidad nos dispersan, dificultándonos la búsqueda de las mejores opciones; rápidamente vemos en los acontecimientos la parte negativa, las dificultades, los obstáculos, en lugar de las oportunidades que encierran. Al final sufrimos y, de nuevo, sufrimos inútilmente. 
La primera vez que me quedé muy impactada por la falta de felicidad que parecía tener la mayoría de las personas que me rodeaban fue a finales de los años setenta. Entonces, yo era una persona muy joven, recién licenciada, entusiasmadísima con mi trabajo y… muy sorprendida ante la aparente infelicidad que veía a mi alrededor. No se me ocurrió otra forma mejor que intentar «medir» la satisfacción o insatisfacción que las personas sentían en su vida. Ni corta ni perezosa, dentro de lo que entonces era mi ámbito laboral, en el transcurso de las entrevistas personales que realizaba para hacer la historia de los niños y comentar el desarrollo que tenían, pregunté a aproximadamente 180 parejas de padres, con niños entre uno y seis años, qué opinión de conjunto tenían sobre sus vidas; lógicamente, las preguntas no eran tan literales, pero a través de la información recibida se podía clasificar con bastante precisión a las parejas: las que se sentían en general muy felices y satisfechas, felices, insatisfechas, agobiadas, decepcionadas, atrapadas en el día a día y agotadas ante sus circunstancias. 
Los datos fueron demoledores, tanto que prefiero no transcribirlos. La verdad es que eran un prototipo, quizá avanzado para la época, de lo que hoy día es la realidad para casi todas las parejas jóvenes. En el contexto en que nos movíamos, lo habitual es que ambos padres trabajasen; además, eran lo suficientemente jóvenes como para tener niños menores de seis años, estaban pagando casi todos la hipoteca de la casa, tenían salarios medios y un nivel cultural medio-alto. A pesar de llevar relativamente poco tiempo casados o viviendo en pareja (la media no sobrepasaba los seis años de convivencia), la mayoría se sentían muy agotados con la experiencia de ser padres y simultanear su trabajo con las «obligaciones» y responsabilidades que conlleva la atención de los niños. En muchos casos se mostraban hostiles hacia el otro miembro de la pareja, como si éste tuviera la culpa de su situación, de su agobio, de su falta de tiempo personal. Estas circunstancias influían muy negativamente en su relación y muchos de ellos, si hubieran podido dar marcha atrás, se hubiesen planteado caminos diferentes. No pensemos que su realidad era peor que la que podían tener otras parejas; al contrario, al menos ellos disfrutaban de una guardería en su trabajo, que les prestaba un servicio de indudable calidad, además de proporcionarles más facilidades en el cuidado de sus hijos. 
Pero si la mayoría de estas parejas se sentían agotadas ante las circunstancias de su vida diaria: prisas, tensiones, lucha constante con el reloj, con los imprevistos, con las enfermedades de los niños, con los contratiempos típicos…, ¿cómo creemos que se siente hoy ese segmento tan importante de nuestra población? 
Posteriormente, mi actividad profesional me llevó a seguir trabajando con niños y padres. Además, tuve la suerte, casi desde el principio, de simultanear esta faceta con la psicología clínica (niños, adolescentes, jóvenes, adultos…) y, finalmente, completé mi abanico con una intensa experiencia en el mundo de la psicología de la empresa. La verdad es que no he vuelto a hacer más trabajos estadísticos de este estilo, ¡no quiero deprimirme inútilmente!, pero no tengo dudas sobre cuáles serían los resultados. 
¿Alguien piensa que las circunstancias han mejorado y que hoy día es más fácil compatibilizar la vida profesional y familiar? Seguramente pocas personas se atreverían a contestar de forma afirmativa. 
Mi trabajo como psicóloga abarca todos los ámbitos y los tramos de la población y cada día siento más contraste entre cómo me gustaría ver a la mayoría de la gente y cómo la veo en realidad. 
Con frecuencia, tanto en el ámbito de la formación como en el marco de la consulta, muchas personas me dicen que les encanta verme de buen humor, irradiando energía y «calma». Seguramente, para ellos resulto el prototipo de lo que pueden considerar como una persona agradable, relajada y a la par activa, que se lo pasa bien trabajando y parece ser feliz en su vida personal. 
Yo, que me conozco bien, no me considero nada excepcional, aunque es verdad que en general me encuentro muy a gusto con mi vida; me siento, por el contrario, muy defraudada por la falta de felicidad que veo en la mayoría de las personas. Bien, ¡pues de eso se trata! 
Por supuesto, a veces las circunstancias que nos rodean hacen difícil, muy difícil, que nos encontremos bien, pero si hemos conseguido un buen control de nuestros pensamientos lograremos ser dueños de nuestras emociones, y esas circunstancias podemos verlas como oportunidades para desarrollar nuevas habilidades y recursos, que nos facilitarán el control de nuestras vidas. 
Todos conocemos a personas, supuestamente afortunadas, a las que la vida parece sonreír y, sin embargo, se sienten tremendamente desgraciadas. 
Por el contrario, vemos a seres humanos con vivencias terribles que, a pesar de todo, consiguen mantener un espíritu animoso, y siguen «luchando» con una fuerza constante, cuando no arrolladora, que los lleva a esa sensación tan maravillosa de «encontrarse bien consigo mismos». Esa vivencia es aún más intensa y plena cuando la experimentamos en esos momentos en que la vida parece ponernos a prueba. 
En definitiva, y con palabras llanas, se trata de que nuestro cerebro actúe a nuestro favor y no en nuestra contra. 
Nuestro cerebro nos acompañará siempre, al igual que nuestro Sistema Nervioso Autónomo (SNA) y nuestro Sistema Nervioso Central (SNC). Seguramente, una de las primeras cosas que nos tendrían que haber enseñado es cómo descubrirlos y cómo ponerlos a nuestro servicio. Lejos de esa realidad tan palpable, la verdad es que muchas personas, a pesar de los años que ya llevan a sus espaldas, se siguen sintiendo prisioneras de «sus nervios», de «su forma de ser», de «su manera de actuar», «de ver la vida»… No hay nada que justifique ese encadenamiento, ese sufrimiento «tan inútil como prolongado». Vamos a tratar de aprender cómo controlar nuestra vida y, para ello, descubriremos cómo encaminar mejor a la persona hacia la ilusión y no hacia el sufrimiento.


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martes, 31 de diciembre de 2013

MÁS PSICOTERAPIA Y MENOS PASTILLAS

La OCU recomienda más terapia con un psicólogo o terapia psicológica y menos pastillas para los trastornos de ansiedad y depresión 


Según un estudio realizado en España y que publica en la revista OCU-Salud  nº 100

De las  entrevistas a médicos de Atención Primaria, pacientes, especialistas en salud mental y gerentes de centros de salud, la OCU ha detectado la elevada prescripción de fármacos antidepresivos y ansiolíticos a pesar de que el tratamiento más eficaz y con mas éxito es la terapia con un psicólogo y en concreto la cognitivo-conductual; sin embargo la psicoterapia no se ofrece a todos los pacientes, el médico de atención primaria suele recetar fármacos, sin ser del agrado del paciente por el temor a “quedarse como zombis

Los pocos pacientes que se derivan a salud mental, pueden sufrir una demora entre 2 y 4 meses, según la OCU, demasiado tiempo para tener un diagnóstico definitivo y un tratamiento adecuado, con la consiguiente complicación de los síntomas.



Sería deseable  que  los médicos prescribieran  la  administración responsable de los fármacos “ajena a las presiones de los pacientes, la industria  o la falta de tiempo”.

Establecido que la terapia psicológica cognitivo-conductual es el tratamiento más efectivo para los problemas de ansiedad y depresión, las personas que los padecen deberían tener fácil acceso al tratamiento psicológico en los centros de  Salud Mental.

Fuente:
http://www.ocu.org/psicologia/mas-psicoterapia-y-menos-pastillas-s572164.htm

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viernes, 27 de diciembre de 2013

Cómo ayudar a una persona con depresión

Consejos de un psicólogo. Cómo debemos actuar y ayudar a una persona con depresión


Podemos ayudar a una persona con depresión sabiendo lo qué no debemos hacer, porque nuestros argumentos o sugerencias, hechos con la mejor voluntad, pueden angustiar al depresivo haciendo el efecto contrario al propuesto.

Cuando acude a consulta una persona con depresión, acompañada por un familiar, normalmente con quien vive, y me pregunta cómo puede  ayudar, le recomiendo que evite determinados consejos porque lejos de mejorarle le provocan el efecto contrario, porque se sienten incomprendidos y/o fomentan el sentimiento de culpa.

Algunos de los consejos que con más frecuencia  se escuchan a los familiares de un depresivo en la consulta de un psicólogo  y que no debemos utilizar  son:

La culpa de lo que le sucede la tengo yo. 

Es frecuente esta expresión sobre todo cuando es un niño o un adolescente  quien la sufre, que los familiares directos se sientan responsables o se culpen entre ellos. No se le debe decir “yo tenia que haber hecho…”, “Si no hubiera dicho…tu no estarias así”, “Este lo ha heredado de tu madre..” etc. Lejos de ayudarle, le hace sentirse culpable de la culpa que sienten sus familiares

Tienes que esforzarte,  poner algo de tu parte para mejorar

 ¿Alguien cree que si pudiera hacer esos esfuerzos que le pedimos no lo hubiera hecho ya para salir de la depresión? Cuando una persona está sumido en una profunda depresión no puede esforzarse y con ese consejo hacemos que se sienta incomprendido.

Si lo tienes todo, ¿Por qué estas así?

En la consulta es normal que el paciente con depresión nos diga: Mi familia está bien. No tengo problemas económicos. Tengo trabajo ¿por qué estoy así, no lo entiendo? Una depresión no sólo se explica por problemas económicos, familiares o laborales, la depresiones pueden tener muchas otras causas que habrá que analizar en cada caso

Otros sí que tienen motivos para estar así, y no tú

La mayoría de los depresivos que he tratado en mi experiencia como psicóloga preferirían una enfermedad orgánica a la depresión, porque piensan que las enfermedades tienen una solución médica o quirúrgica, sin embargo el tratamiento psicológico, al principio, les parece insuficiente porque quieren una recuperación inmediata , siendo frecuenta que   las primeras sesiones de psicoterapia  las inicien con el comentario yo estoy igual, no me noto mejoria…reforzando, así, su creencia de que nunca se pondrán bien

Sal y te distraes. 

Es normal la creencia de que salir con amigos, viajar, ir a una discoteca, charlar con gente, etc, puede ser beneficioso para el depresivo. Sin embargo la persona depresiva no tiene ganas de salir, ni de asistir a lugares concurridos; suelen evitar encontrase con conocidos, no quieren que les pregunten porque no desean dar explicaciones de lo que les atormenta. Si les proponemos un viaje lo primero que meten en su maleta es la depresión. Los esfuerzos desmedidos, cuando están con personas ajenas a su entorno habitual, por aparentar que están bien , les agotan.

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lunes, 16 de diciembre de 2013

Inauguramos nuevo blog dedicado al mundo de la psicología y los psicólogos.

Gabinete de Psicología Josefina Rodríguez Merino inaugura hoy un nuevo blog donde publicará información de interés y consejos prácticos sobre el trabajo de los psicólogos, neuropsicólogos y los gabinetes de psicología.




También esta dirigido para cualquier persona que tenga interés de cómo trabaja un psicólogo, cómo se enfrenta a los problemas, su relación con los pacientes, sus metodologías, tratamientos que utiliza, etc.

O para cualquiera interesado en leer algo sobre psicología o los diferentes terapias, tratamientos, metodologías. No prentende ser un blog para profesionales, estará abierto a cualquiera tanto por su carácter público como por los comentarios que tengáis oportuno aportarnos.

Intentaremos publicar lo más asiduamente que nos permita nuestra labor profesional. Siempre estamos abiertos a cualquier aportación que queráis hacernos, directamente comentando nuestros artículos, o, si lo estimáis oportuno, utilizando esta plataforma para publicar vuestros propios artículos.

También intentaremos informar sobre cualquier tipo de actividad, noticia o evento que realicemos o creamos conveniente destacar desde nuestro gabinete de psicología.

Si te parece bien esta idea no dudes en compartir esta entrada.


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