La preocupación es un temor anticipado ante la posibilidad de que algo negativo ocurra.
Provoca una cadena de pensamientos, en ocasiones constantes, que nos generan desasosiego y estrés.
Ejemplos de como preocuparse es útil o inutil:
Un estudiante
cuando tiene un examen se preocupa
porque existe la probabilidad de suspenderlo, preocupación que aumenta a medida que se aproxima la fecha
Esta preocupación le motivará para organizar y cumplir un plan de estudios para
evitar el suspenso. Ese desasosiego o
ansiedad, generado por la preocupación, es el que activa la acción. Si la
preocupación es excesiva será nociva porque aparecerá un aumento de la ansiedad
que va a disminuir el rendimiento en el estudio.
Una persona se queda
parada, le preocupa no encontrar trabajo, puede tener una preocupación tan
elevada que le paralice, ocasionándole una depresión que no le permitirá emprender ningún plan de acción, así difícilmente resolverá su problema.
Si essa persona canalizara la preocupación de manera útil , iniciaría un plan de acción ( elaborar un curriculo, inscribirse en bolsas de trabajo por internet, visitar agencias de colocación,
aprovechar que está parado para mejorar su formación etc) para encontrar empleo, además, al estar inmerso en esta actividad va a disminuir su inseguridad y aumentará la satisfacción personal al sentirse útil porque está haciendo lo que debe hacer.
La preocupación es útil cuando nos moviliza para prepararnos, preocuparse sin actuar no sirve de nada.
Hemos comentado que
debe haber una correspondencia entre la gravedad de la situación o problema y la intensidad de la preocupación. A veces nos preocupamos por cosas
sin importancia.
Como valorar la importancia de una situación de un problema.
Algunas recomendaciones que le pueden ser útiles:
Elabore una escala
de gravedad de 1 a 10. Haga una lista de problemas y puntúelos según la gravedad, por ejemplo la pérdida de un ser muy querido tendría una gravedad de 10; una
enfermedad grave de alguien muy importante para usted 9, así sucesivamente.
Compare su problema con los de su escala y otórguele la importancia que merece.
Vea su problema
actual proyectado a más largo plazo, piense cómo será dentro de dos meses, un año… ¿será un problema entonces?
Marque distancia con
su problema, imagine que ese problema no es suyo, es un familiar quien le cuenta que lo tiene.
¿Cómo lo valoraría?.
Plantéese si merece
la pena preocuparse como usted lo está haciendo
.
.
No deberíamos preocuparnos:
Por acontecimientos
cuya probabilidad de ocurrencia es remota, por ejemplo tener un infarto cuando
no existe patología alguna que lo pudiera provocar.
Preocuparnos por
acontecimientos inciertos, que se pudieran dar pero no tendremos la certeza
hasta que no ocurran, ejemplo que mi hijo que está acabando la carrera no
encuentre trabajo.
¿Cómo distinguir si mi preocupación es lógica? Responda las preguntas:
¿El problema por el
que me preocupo existe realmente, sé a ciencia cierta que aparecerá en el futuro? Escriba
las cosas que le preocupan, de forma clara y concisa.
¿Existen formas de
resolverlo? Escriba en cada problema anotado, todas las soluciones que se le
ocurran (tormenta de ideas) y coméntelo con alguien de su confianza porque
seguramente aportará más soluciones.
¿Yo sería capaz de
poner esas soluciones en práctica?. Entre las soluciones anteriores elija las que son más viables y compare como ha afrontado otros problemas parecidos o quizá peores a lo largo
de su vida.
Si el problema e
inevitable ¿Seré capaz de afrontarlo y adaptarme a él?. La mejor opción es adaptarse, aprenda como lo hacen otras personas.
Compartir las
preocupaciones con otras personas de confianza o profesionales puede ayudar a relativizarlas.
Si se obsesiona con algún problema y le preocupa en exceso, aun sabiendo que no tiene importancia, consulte con un psicólogo.
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