El cannabis no es una droga inofensiva
Los
daños que provoca su consumo son especialmente relevantes en los adolescentes y empiezan a notarse
si llevan fumando entre seis meses y un año.
Se manifiestan a nivel familiar y social, psicológico, cognitivo
y académico.
A
nivel familiar y social el adolescente se va aislando progresivamente de su entorno familiar y de sus amigos, convirtiéndose
en un chico solitario.
A
nivel psicológico aparece el síndrome amotivacional, que consiste en la apatía o pérdida de interés
por las cosas que antes le resultaban placenteras, descuida su imagen, fácil
frustración que le provoca mal humor, conformismo, falta de ambiciones. Desmotivación
que desemboca en sensación de enorme vacío que sólo alivia la
droga.
Alteraciones en las funciones cognitivas: dificultades en la
concentración, atención, memoria y capacidad de juicio.
El deterioro que sufre le dificulta el aprendizaje
escolar, disminuye el rendimiento y aumenta el absentismo
llegando a abandonar los estudios.
Llega un momento en el que sólo le motiva la
adquisición y consumo de la droga porque sólo el cannabis le alivia del vacío
que siente.
Esta progresión del deterioro se frena con la detección
precoz y un tratamiento adecuado por especialistas en la materia.
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